¿Conocíamos a la comunidad Zenú?
- SC Periodista
- 20 sept 2019
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Un pueblo Indígena cuyo territorio ancestral está constituido por los valles del río Sinú, además del San Jorge y el Nechi, no podría llamar a los miembros de su comunidad de otra forma que no fuera los zenúes. Según el último registro poblacional (2005), alrededor de 233.052 habitantes pertenecen a esta comunidad, la cual presenta sus asentamientos más importantes en el departamento del Córdoba (112.871), y el departamento de Sucre (80.830), consecuentemente.
Esta comunidad, ubicada entre las hoyas de los ríos Sinú, San Jorge y Nechí, se distingue por la explotación de yacimientos de oro y fabricación de joyas; además, los zenúes guardaban grandes ídolos de madera enchapados en lámina de oro, acompañadas de una gran cantidad de reliquias, en sus templos y santuarios. Esto, en época colonial, despertó un fuerte interés en los conquistadores, quienes posteriormente, originaron varios saqueos.
Destacaban por ser grandes orfebres, al igual que ceramistas; reflejado en el buen desarrollo de la técnica alfarera. Sus más comunes y abundantes formas de cerámica, son las copas, que con sus patas ideadas con la figura de una mujer u hombre, sostienen en la cabeza el tazón de la copa. Destaca lo común de las copas de base campaniforme, cuencos y escudillas, los ofrendatarios en forma de canastos, los pitos esferoides y/u ornitomorfos. Asimismo, representaciones de saurios, aves, acuáticos y felinos fueron frecuentes en la decoración de recipientes, rodillos y pintaderas.

La comunidad Zenú es reconocida por haber moldeado una de las más antiguas cerámicas conocidas en el continente; hace 6.000 años, los habitantes de la región, también, combinaban la explotación de la pesca y la caza, con la agricultura intensiva de tubérculos.
Los primeros registros históricos de los zenúes data de aproximadamente el siglo 200 a. C. Allí, por la composición natural de la zona (abundancia de agua), se originó una especie de sociedad hidráulica que construyó un sofisticado sistema de canales de drenaje, el cual brindaba un control de las inundaciones, y adecuaba extensas zonas para las viviendas y cultivos. Sobre el año 1000, dicho sistema alcanzó a cubrir progresivamente hasta 500.000 hectáreas de suelo cenagoso.
Posteriormente, ya en el siglo XI, se conoció el gran centro religioso de Finzenú, en el Valle del Sinú; este centro se reconocía por la dirección de una mujer, quien ejercía su dominio en poblaciones aledañas. La Conquista española inició un proceso violento de despojo de las tierras a las comunidades indígenas zenúes. El contacto con los hispanos y otras poblaciones no indígenas generó cambios considerables en la cultura Zenú; fueron desestructuradas las nociones y capacitadas tradicionales de organización, al implementar instituciones como la de encomienda y culturalización.
Como consecuencia, la encomienda, surgida en el siglo XV, da origen a la formación de haciendas, mercedes de tierras y adjudicaciones a labriegos españoles, mestizos, negros, zambos y mulatos. Por otra parte, pero también como resultado de la Conquista, la comunidad Zenú no posee una distinción idiomática como otras comunidades indígenas. En el pasado, tenían la lengua guajiba o guamacó; a finales del siglo XVIII solo se hablaba en los pueblos de Cereté y San. No obstante, a raíz de la prohibición de las lenguas indígenas en 1770 por parte del Rey de España, esta lengua no demoró en ser reemplazada por la imposición del castellano. Sobrevivirían únicamente ciertos topónimos y nombres de la flora y fauna, al igual que algunos vocablos del dialecto coloquial costeño sabanero, como es el caso de “pechiche”.
Varias comunidades zenúes, tras reorganizarse, lograron hacer funcionar cabildos y organizaciones regionales de autoridades indígenas que los rigen y representan, para así reivindicar la recuperación de los resguardos. Fue precisamente esta recuperación la que permitió dar parte de tranquilidad demográfica con el censo poblacional del 2005.
De acuerdo con Susana Jaramillo y Sandra Turbay, en su ensayo “Los Indígenas Zenúes” plantean que actualmente su liderazgo lo tomó el cacique mayor municipal, líder comunitario encargado de solucionar además de los problemas que se presentan entre los habitantes de la población, los arreglos matrimoniales, realizados por la iglesia católica y los hurtos que pueden ser pagados con dinero u otras sanciones.
Actualmente, las comunidades se encuentran organizados en cabildos locales: el más recurrente, para las regiones Córdoba y Sucre, alrededor del Cabildo Mayor del Resguardo de San Andrés de Sotavento, además de cabildos menores. Para un mayor entendimiento, Eder Espitia, el Cacique del año 2013, mencionaba para el portal Wikipedia que “la organización político-administrativa está conformada por un cabildo central de diez indígenas, encabezado por un cacique. Le siguen en jerarquía un capitán mayor, un secretario, un tesorero, un fiscal, un oficial mayor y cinco alguaciles cuyo periodo es de dos años. En las veredas la comunidad se encuentran los cabildos menores, elegidos por un año los cuales representan la autoridad de su cabildo central y sirven como primera instancia en solución de conflictos internos”.
La economía de la comunidad zenú está determinada por la agricultura y la artesanía. Por una parte, los cultivos de maíz, ají, yuca, fríjoles, ahuyama, ñames, patilla, melón, mango, corozo, guayaba y guanábana, además de sus diversas palmas gramíneas y bejucos para artesanías y construcción de viviendas. Como alternativa, se encuentra la pesca, que sobre todo en semana santa, es muy apetecida por productos como la babilla, la tortuga hicotea; en segundo plano, está la caza de ñeques, y aves como el cormorán.
Por la parte de las artesanías, se destacan en el trenzado en fibras vegetales para fabricar sombreros y otros objetos de exportación, entre los más reconocidos, el sombrero vueltiao, a base de caña de flecha.

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