El limitado Taiwán
- SC Periodista
- 24 sept 2019
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 20 oct 2019
Con el paso de los años, Taiwán sigue perdiendo vigencia en el ámbito internacional; en cuestión de una semana la isla ha visto marchar a dos de sus aliados diplomáticos que aún la reconocían como territorio soberano. La prensa local advierte de la posible pérdida de apoyo de un territorio más en los próximos días.
La isla de Taiwán, también llamada República de China, se encuentra cada vez más arrinconada por el contexto internacional; el último país en romper relaciones con la isla fue Kiribati, que ahora, y desde el 20 de septiembre, ha preponderado su vínculo con la República Popular de China (RPC). Esta ruptura procede al anuncio de las Islas Salomón de hacer lo propio con los taiwaneses, cuatro días atrás. Actualmente, las miradas se posan sobre el también país oceánico Tuvalu, el cual, anticipan expertos, estaría dispuesto a redirigir su apoyo a la RPC, instados por el posicionamiento del nuevo ministro Kausea Natano.
Estas rupturas se dan pocos días antes de la celebración del septuagésimo aniversario de la fundación de China (el 1 de octubre). Además, según denuncia la actual presidenta de Taiwán y aspirante a reelección, Tsai Ing-wen, estas jugadas corresponden a un deseo chino de desestabilizar las elecciones de la isla, que se llevarán a cabo en enero del 2020, y en las que Ing-wen lidera la intención de voto. Esta denuncia tiene cabida principalmente por la deteriorada relación que sostienen con el país desde inicios de su mandato.
Hoy por hoy, el tema de la soberanía es una paradoja. Taiwán convoca elecciones libres, con participaciones generalmente superiores al 66 % de la población; cuenta con un sistema político ampliamente representado; además, posee una economía envidiable, representada en el desarrollo de sus ciudades, en la educación y en su diversidad. Aun así, únicamente 15 estados sostienen relaciones diplomáticas con ellos. De hecho, en 1971 pierden el respaldo de la Organización de Naciones Unidas, que en su lugar ubica a China.
La también llamada isla Formosa es conocida como un Estado con reconocimiento limitado; esta distinción es de carácter meramente político, pues en teoría, para que un Estado se consolide, requiere únicamente de la voluntad de su población para constituirse como sociedad independiente. El hecho de no ser reconocido tampoco implica su desaparición per sé; desconocerle su independencia o soberanía corresponde más a cuestiones declarativas. Sin embargo, para la RPC este apelativo va más allá; basándose en la política de “una sola China”, impiden que los territorios que decidan aliarse con Taiwán puedan mantener relaciones diplomáticas con el país.
Para entender la tensión entre la República China y la República Popular, hay que ubicarse en 1949, fecha en la que la guerra civil del territorio se daría por terminada. Pese a no instaurarse un cese oficial de las hostilidades, se establecería un control por parte de los comunistas de la China continental, donde se fundaría el régimen actual de la RPC. Treinta y siete años atrás, el régimen de la RC había dado fin a la dinastía imperial Qing, como sistema político; no obstante, este gobierno nacionalista, dominado por el Kuomintang de Chiang Kai-shek, debió encontrar refugio en la isla de Taiwán, única parte del territorio chino que no quedaría bajo el control del nuevo régimen. En la actualidad, además, mantienen el control de los espacios insulares de Pescadores y varias islas de Fujian, zona costera del país.
La pérdida de vigencia internacional de la RC no se dio apenas se desplazaron a Taiwán; es más, en los primeros años mantuvo el reconocimiento de gran parte de la comunidad internacional. Esta pérdida de apoyos ha sido proporcional al crecimiento económico de China; por ejemplo, en el 69, al cumplirse dos décadas de la proclamación de la RPC en cabeza de Mao Zedong, 71 países reconocían al gobierno de Taipéi; mientras que 48 ya se decantaban por ofrecer su apoyo a Pekín, capital de la China continental. Ya cuando la República Popular se establece como el país con el crecimiento económico más rápido del planeta, la disputa diplomática se desnivela a favor de China, con una contundente lista de 139 países, a la cual, 28 naciones a favor de Taiwán no pudieron hacerle cara. Desde que Tsai Ing-wen asumió la presidencia de la isla en 2016 han perdido 7 aliados más que ahora respaldan al gigante asiático. Actualmente 178 países mantienen relaciones diplomáticas con el país.
Precisamente, la RPC, por más provincia rebelde que crea a la Formosa (en un acto de minimización), no ve con buenos ojos que el Estado sea gobernado por líderes progresistas separatistas (primera ocasión en la que el partido independentista logra mayoría en la legislatura nacional). Ello no se ha ocultado por ninguna de las dos partes. Ing Wen ha denunciado que Pekín incrementará la presión antes de las elecciones, en aras de manipular la opinión pública y favorecer al candidato opositor, Han Kuo-yu, del partido nacionalista, interesado en mejorar la relación con China.
De acuerdo con la mandataria, estas jugadas que China puede llevar a cabo con facilidad hacen que Taiwán cada vez se vea más aislado de la comunidad internacional. Bien lo relata Zigor Aldama, en su artículo Taiwán pierde el reconocimiento de dos países en una semana, del diario español Hoy, al plantear que el dinero es el imán más potente que existe en estos casos; “desde Taipéi, la decisión de los dos países oceánicos se interpreta como una victoria de la ‘diplomacia del dólar’ que ejerce Pekín”, explica. Además, se conoce que Kiribati previo a la ruptura había pedido una donación económica para adquirir aviones comerciales; la isla ofreció una cantidad insuficiente, distinto a lo hecho, al parecer, por la RPC. A su vez, las Islas Salomón se vieron tentadas a cambiar la alianza diplomática, a cambio de 500 millones de dólares en inversiones chinas, cuenta el diario el País.
Aunque la gran mayoría de la comunidad internacional ha establecido vínculos formales con China, muchos de estos territorios han llevado a cabo otro tipo de relaciones no oficiales con el gobierno en Taiwán. El mayor ejemplo es Estados Unidos: en 1979 Washington rompe relaciones con la isla; sin embargo, se presenta como su aliado más poderoso por, entre otras, ser su principal proveedor de armas. Para EE. UU. significó la posibilidad de contener el comunismo en el continente y controlar la proyección internacional de la RPC. Por su parte, China lo ha destacado como uno de los actos de intervencionismo más palpables en la historia de Asia.
En varias ocasiones, Estados Unidos ha interferido, en medio del conflicto comercial llevado a cabo con el gigante asiático, por medio de Taiwán: en julio acordarían una venta de armas tasada en 2.200 millones de dólares, sin importar la solicitud de China para anular la operación. El presidente estadounidense, Donald Trump, recién llegado a la Casa blanca (2017), planteaba la posibilidad de reconocer oficialmente a Taiwán, causando un notable revuelo en el país continental.
Alec Shen, ciudadano taiwanés que hizo sus estudios en la Universidad Central de Lancashire, destaca que en la actualidad los habitantes de la isla se mantienen unidos. El 80% de los taiwaneses no está dispuesto a renunciar a la democracia, le ha dicho el ministro de las relaciones continentales Chui Cheng Chiu, a Juan Carlos Rincón, periodista de El Espectador. “Queremos que China continental reconozca dos verdades ineludibles: el hecho de que existe la República de China y que el pueblo de Taiwán ha insistido en la democracia y la libertad”, expresaba el ministro. Shen, por su parte, espera que la RPC respete y dé garantías a los habitantes de Taiwán.
En realidad, los taiwaneses no ven con buenos ojos lo que vaya a hacer China ahora; ya han visto de cerca el manejo que el país da a los territorios libres (Hong Kong); conocen las denuncias de activistas de derechos humanos que señalan que el partido comunista hace todo lo posible por desmantelar su independencia. Los ciudadanos de la isla, bajo la ley de antisecesión del 2005, sobreentienden que la intención de China está lejos de reconocerlos como un Estado independiente, y que cualquier posible declaración independentista podrá traer consigo actos de violencia. Alec, que pertenece a la gran mayoría de los taiwaneses de origen chino, también hace parte del casi 97% que no se considera como tal.
Varios analistas internacionales consideran que la presión que está ejerciendo China va a terminar favoreciendo a Ing-wen en las elecciones que se celebrarán el 11 de enero del 2020. Sin embargo, la última contienda local electoral no terminó bien para la presidenta (dimitió como líder de su partido tras la pérdida de alcaldías principales de la isla); así mismo, el diario del pueblo, del Partido Comunista, advertía que la reelección de Tsai significaría para la isla seguir perdiendo a los aliados que le quedan. “Solo con una mejora en la confianza mutua, Taiwán podrá abrir su espacio internacional”, concluye el diario. Así las cosas, lo que pueda llegar a pasar el próximo año y que determinará el destino de Taiwán, está en vilo.
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