Más allá del Muro de Berlín
- SC Periodista
- 12 nov 2019
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A treinta años del derrumbamiento que pretendía simbolizar la unión de las personas, por encima de cualquier diferencia, ahora la construcción de estas barreras representa, más que una lección aprendida, al método abrupto, pero legítimo, con el que se afrontan, sin éxito, ciertas problemáticas sociales. Pero entonces, ¿por qué es tan usado?
El 9 de noviembre de 1989 es recordado por ser la fecha en la que se derrumbó el Muro de Berlín, la icónica barrera que demostraba la profunda división ideológica entre el oriente y el occidente. Fue construido, sin aviso formal previo, el 13 de noviembre de 1961, y dividió la capital de Alemania por más de 28 años. Durante ese tiempo, se registraron 5.043 fugas, más de 3200 detenciones, 239 fugitivos muertos, y 260 más, heridos. Medía 155 kilómetros: 43 partían en dos a la ciudad, y 112 dividían a la parte Oeste del resto de la República Democrática Alemana. Tras derribarse, en los apenas 1316 metros que quedaron, se pintaron 103 murales que rinden homenaje a la libertad.
Luego de la Segunda Guerra Mundial, entre Estados Unidos, Francia, Reino Unido y la Unión Soviética (URSS), dividieron en cuatro partes al derrotado territorio alemán. La ciudad de Berlín quedó en medio de la zona soviética; aunque, por tratarse de la capital, acordaron repartirla también en cuatro sectores. Como resultado, E.E.U.U, Francia y Gran Bretaña conformaron un bloque capitalista al Oeste del mapa, en contraste al sector comunista, controlado por los soviéticos. “Empezaba así lo que conocemos como la Guerra Fría, y con ella, la narrativa de un mundo bipolar que estaba enfrentado. Alemania se convirtió en la síntesis de esa división”, explica la periodista Lucía Blasco, en un vídeo de la BBC.
Las tres naciones del bloque capitalista se unieron para crear a la República Federal Alemana (RFA), la cual hacía frente al territorio de la URSS, denominado República Democrática Alemana (RDA). Allí, resultaba curioso ver a Berlín, un territorio de menos de 900km2, recreando esta división, pero ubicada en la mitad de la RDA. Dicha curiosidad se convertiría en un problema, en especial, para el sector comunista; de 1949 a 1961 casi 3 millones de berlineses saldrían de la parte oriental al bloque capitalista, en busca de mejores oportunidades que, al parecer ofrecía el sector occidental.
Para corregir esta situación, el gobierno del Este, en cabeza del presidente del Consejo de Estado, Walter Ulbricht, ordenó el inicio de la Operación Rosa, en la que construirían el muro divisorio entre Berlín Oriental y Berlín Occidental, con el que se diera fin a la descontrolada emigración. Aquella frontera material que marcaba la separación radical entre la RDA y la RFA, se consolidaba como símbolo de la Guerra Fría, pues ningún bloque tomó acciones directas contra el otro; de hecho, el para ese entonces Primer Ministro británico, Harold Macmillan, declaraba que “Alemania del Este detiene el flujo de refugiados y se atrinchera tras un grueso telón de acero. No se trata de nada ilegal”.
La construcción del Muro se dividió en cuatro fases: 1961 – 1963 – 1968 – 1975; una tras otra buscaban fortalecer lo hecho previamente, para imposibilitar cada vez más cualquier violación a la barrera. Aun así, no habría material suficiente que soportara el proceso revolucionario a favor del imperialismo, iniciado en Polonia en el 81, y evidenciado en el aceleramiento de la crisis económica de toda la URSS (causada por la carrera armamentística llevada a cabo con Estados Unidos y la guerra en Afganistán), que implicó reducir la ayuda económica que recibía la RDA. Dicho proceso, el abandono de la URSS al Este de Alemania, culminaría con la caída del muro, y en consecuencia, el final de la Guerra Fría.
A raíz del descontento social, intensificado por la política Glasnost, impulsada por el mandatario de la Unión Soviética, Mijaíl Gorbachov, que generaba mayor apertura política y social, se convocaron protestas y huelgas dentro de todo el bloque Este. Erich Honecker, expresidente de Alemania Oriental, frente a estas demandas, se resistió a abordar las demandas ciudadanas. Sin embargo, esta situación y problemas de salud, lo llevaron a renunciar al cargo el 18 de octubre. El nuevo gobierno, encabezado por el Jefe de Estado, Egon Krenz, se veía forzado a introducir cambios en la política nacional.
El 9 de noviembre de 1989, minutos después de anunciarse el levantamiento a las restricciones de viaje para los alemanes orientales, miles de personas se dieron cita en el muro para, con sus propias manos, derrumbarlo. En ese momento, la represión fue reemplazada por libertad: se renovó la esperanza de millones de alemanes que pudieron reencontrarse con personas cercanas a ellos, tras treinta años de separación; Philipp Kampehl, fotógrafo alemán de la Realschule Wittenberge, quien a los nueve años vivió, desde la RDA, el derrumbamiento del muro, agrega que desde ese momento y hasta ahora, “los alemanes del Este pueden ir a donde quieran, siempre y cuando tengan el dinero”. Y así mismo, los demás países del bloque comunista fueron cayendo consecutivamente, hasta que en 1991, la URSS se disolvió por completo. Así las cosas, con el proceso Die Wende (El Cambio), Alemania puede reunificarse: las cuatro potencias que habitaban el territorio renuncian a sus derechos, y dejan un país autónomo, lo cual fortalece a la nación, a tal punto de ubicarla como uno de los motores del continente europeo.
A pesar de la caída del muro, tres décadas después, una barrera invisible todavía se extiende a través del país. Steffen Mau, profesor de sociología en la Universidad Humboldt de Berlín, declara a CNN, que “la gente todavía tiene fuertes diferencias en actitudes y mentalidad”. Por ejemplo, Ordnas Legan, ciudadano alemán que reside en Hamburgo, plantea que “la caída del Muro de Berlín no significa una Alemania unificada, sino la anexión de la RDA a la RFA. En ese momento, no nació un nuevo Estado; solo se ha mantenido más grande”. Por su parte, Lucía Blasco, en el vídeo de la BBC mencionado, expone que “las diferencias económicas entre el Este y el Oeste todavía son perceptibles. Un trabajador de Alemania del Oeste gana en promedio casi un 20% más que uno del Este”. Finalmente, tanto Ordnas como Philipp, coinciden en señalar que la presión que ejercen los medios de comunicación busca agigantar esta brecha; el primero añade que “en la actualidad, nadie que conozco se siente ciudadano de segunda clase”.
En Berlín, el nueve de noviembre de 2019, líderes europeos se reunieron para conmemorar la caída del Muro; Angela Merkel, canciller alemana, recalcó que “los valores en los que se basa Europa: libertad, democracia, igualdad, Estado de derecho, derechos humanos, no deben darse por sentados. Siempre tenemos que defenderlos”. Al igual que Merkel, los líderes políticos de Hungría, Polonia, y República Checa, por ejemplo, hicieron parte del homenaje que busca deslegitimar estos actos de segregación.
Sin embargo, contrario a lo esperado, los 15 muros que había en la época se han multiplicado con el paso del tiempo. El profesor universitario, Víctor de Currea Lugo, precisa que el Muro de Berlín no es una novedad dentro de la tendencia histórica: “es un muro más”. De hecho, Elisabeth Vallet, docente de geografía en la Universidad de Quebec, Canada, ha dirigido el estudio más profundo sobre el tema; allí, afirma que en la actualidad existen más de 70 muros fronterizos, y otros siete, aún en construcción.
Como parte de la investigación, Vallet señala que no todas las fronteras materiales tienen la misma finalidad; “la mayoría se encuentra entre países vecinos con diferencias políticas, económicas, sociales o por la crisis que genera la migración por su tránsito de un lado a otro, donde los líderes pretenden frenar este tipo de problemas de manera radical con los levantamientos de fortalezas”, indica en el documento. A su vez, Víctor, que también es máster en estudios latinoamericanos de la Universidad de Salamanca, en España, enfatiza: “ni los problemas de violencia, ni de terrorismo ni de migración se han resuelto por vía de los muros. Ni el muro de Berlín, ni el que propone Donald Trump, ni el de Israel en territorio palestino, ni el del Zahara occidental, ni ninguna barrera de contención ha resuelto el problema”.
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