Mexicartéles: Estados delictivos
- SC Periodista
- 22 oct 2019
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El país de los Estados Unidos Mexicanos, como oficialmente se le denomina a México, atraviesa uno de los momentos más violentos en los últimos años, debido a la fuerte presencia de los carteles. Estos grupos, que se expanden y consolidan cada vez más, se han convertido en una problemática que ningún Gobierno mexicano ha sabido tratar.
El lunes 14 de octubre, en horas de la mañana, se efectuó la emboscada contra policías más mortífera de los últimos 4 años, en México. El ataque que tomó por sorpresa al convoy de la Policía Estatal de Michoacán, que se dirigía a la cabecera municipal de Aguililla, tuvo lugar en la comunidad de El aguaje y dejó 13 oficiales fallecidos, nueve más lesionados y otros siete desaparecidos. Aún se estudian los motivos de la masacre, pues los agentes se encontraban realizando únicamente un mandato judicial.
Dos de las cinco patrullas en las que se transportaban los 41 oficiales del convoy fueron incendiadas; las restantes tenían pancartas con mensajes que atribuían el atentado al Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG en siglas) y amenazaban con más ataques. De acuerdo con la investigación adelantada por el Gobierno, los autores materiales fueron 30 hombres, transportados en cuatro vehículos, y equipados con armamento de largo alcance.
Silvano Aureoles, Gobernador de Michoacán, señaló que aún se debe investigar la autenticidad y origen de la misiva, pues argumenta que “siempre hay maniobras para confundir”. Sin embargo, la amenaza de las pancartas: “A todos los policías michoacanos lacras que apoyen a ‘Los Templarios’, Biagras, Trollanos y Chocomiles de Tepeque se los cargara la verga ATT: CJNG” (sic), puede que tenga cabida alrededor de los conflictos entre carteles, en donde también, corruptamente, se ven afectados policías.
En consecuencia, la Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez, encargada de la política interior del país, denunció que casos como este “se dan todos los días, a todas horas, en todos los lugares del país”. De hecho, el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, que previo a la emboscada había presentado un informe de la situación de seguridad del país con el cual intentaba mostrar índices positivos, presenció la semana más violenta desde que se asumió el poder el primero de diciembre 2018.
Esta denominación es el resultado de tres ataques, en menos de cinco días, que alcanzaron las 35 muertes. Todo inició en Michoacán; sin embargo, las 22 bajas restantes se causaron en el estado de Guerrero al día siguiente de la emboscada, y el 17 de octubre en Sinaloa; 14 delincuentes y un militar, en Guerrero, donde al ser alertados por la presencia de hombres armados en la comunidad de Tepochica, el cuerpo militar fue recibido por civiles armados. Mientras que en Sinaloa, en una operación de captura, agentes detuvieron a Ovidio Guzmán, hijo del narcotraficante -extraditado en EEUU- Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, y como consecuencia desataron un enfrentamiento en el que un civil, un guarda nacional, un reo y cinco agresores perdieron la vida; tal fue la aspereza de este último, donde recibieron “fuego de grueso calibre”, que los guardas se replegaron en la captura.
En conjunto, las tres masacres son evidencia de que el crimen organizado controla gran parte del territorio, puede poseer mayor poder de fuego que las autoridades y representa un impacto en los actos violentos en el país. De acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en el último registro de asesinatos en lo que va del año (30 de septiembre), se reportaron 25.890 asesinatos, lo que supone 95 homicidios por día, o uno cada 25 minutos. Alfonso Durazo, secretario de Seguridad Pública, declaró en una conferencia de prensa local que el Gobierno está heredando una crisis de inseguridad crónica, que lleva más de una década.
Actualmente, y desde hace más de veinte años, el tema del narcotráfico se ha incrementado y consolidado como una de las más grandes preocupaciones del territorio mexicano. Los esfuerzos gubernamentales, iniciados en los 80, para controlar esta problemática han sido prácticamente invisibles; por el contrario, los cárteles se han multiplicado, sofisticado y expandido por gran parte del territorio.
Con sus orígenes en los años 70, los cárteles pasaron de ser dos a 45, actualmente; estos grupos trafican con drogas, contrabando, armas y personas; lavan su dinero en bancos y proyectos económicos, y aunque ahora se han fragmentado y por consecuencia adquirido un peso más local, desde que diversificaron sus actividades delictivas (ahora trafican con minerales), el poderío económico también ha ido en aumento. De los 45 grupos, los más reconocidos son: el cartel de Sinaloa, el CJNG, el del Noreste, Cártel del Golfo, el cartel de los Guerreros Unidos, el cártel de los Zetas y la Familia Michoacana (los últimos dos, antes muy poderosos, en la actualidad se encuentran notablemente debilitados).
Conforme su expansión, empezaron a generarse inconvenientes entre ellos; precisamente ese contexto es el que termina dándole credibilidad a los mensajes dejados en las patrullas no incineradas de la policía en Michoacán. Y bueno, para nada es coincidencia que sea sobre este Estado que se presenten dichos enfrentamientos, pues cuenta con una larga historia y vinculación con el tema de las drogas, en especial de la marihuana y amapola; aunque, a comienzos de los 90, se sumó la producción de drogas sintéticas. Así como ha sido un lugar clave para la producción, su ubicación en la costa occidental lo hace un punto estratégico, de disputa, para la recepción de drogas, por parte de Suramérica, y la distribución hacia Estados Unidos y Europa.
Las organizaciones que se disputan la región, además del CJNG, son principalmente la banda de Los Viagras, y lo que queda tanto de La Familia Michoacana como de Los Caballeros Templarios, desarticulados por el ejército y grupos de autodefensa (una de las consecuencias más directas de estos conflictos) desde 2015. De acuerdo con el portal digital Infobae, en el último año “la confrontación entre los grupos criminales del Cártel Jalisco Nueva Generación y Los Viagra se ha recrudecido en distintos municipios de Michoacán", dejando como consecuencia, por ejemplo, la aparición de cuerpos colgados en Uruapan. Francisco Jiménez, investigador de la Universidad de Guadalajara, mencionó para la BBC que existe una competencia entre estos grupos para demostrar quién es el más feroz de ellos; “La emboscada fue un mensaje de terror”, concluye.
El CJNG es considerado por las autoridades como la organización criminal más grande del país, sobrepasando al Cartel de Sinaloa, debilitado tras la captura de ‘El Chapo’. En un primer momento se habló de la emboscada como la más mortífera desde el 2015, año en el que el mismo CJNG, en Jalisco, acabó con la vida de quince agentes. El grupo se dio a conocer en 2011 con el asesinato de 35 personas en Veracruz; en muy poco tiempo pasó de ser una banda local, a las órdenes del Cartel de Sinaloa (se separarían tras la muerte del líder Ignacio Coronel), a una organización con presencia en 22 de los 32 estados del país. Por ejemplo, Melisa J, estudiante de ingeniería geológica de la UNAM, nacida en Loma Bonita, municipio del estado de Wahaca, cuenta que “nunca se había visto nada de violencia en mi pueblo, hasta que desde hace tres años, el CJNG entró al territorio”. Desde otra óptica, para los gobiernos de México y Estados Unidos, los antes denominados Mata Zetas podrían mantener , con su poder y recursos, sin problemas una guerra en cuatro frentes al mismo tiempo.
Distinto a sus dos antecesores más recientes, el presidente López Obrador ha aplicado una estrategia de combate más humana: “no se combate el fuego con más fuego”, decía en campaña. Su táctica se compone por tres factores fundamentales: Creó la Guardia Nacional, corporación integrada por policías militares, para sustituir a la policía federal; está aplicando programas sociales, de integración y solución de conflictos; y busca acabar con la complicidad entre funcionarios y delincuentes. "La función principal del gobierno es garantizar la seguridad pública, ya no es la estrategia de los operativos para detener a los capos lo que buscamos", decía AMLO a comienzo de su mandato. Es más, el plan previo de “descabezar carteles” había aumentado el número de homicidios en las regiones pues, según dijo a la BBC, Carlos Rodríguez, del Colectivo de Análisis de la Seguridad con Democracia, las peleas internas por ocupar el sitio del líder capturado causaban mayor violencia.
Sin embargo, pese a las acciones del ahora presidente, los cárteles han mantenido operaciones con normalidad; “el narcotráfico no se fue sino que consolidó su presencia”, aseguró Rodríguez; a su vez, expertos han calificado de insuficientes los esfuerzos del gobierno actual. Mientras tanto, AMLO se defendió en conferencia de prensa: "Vamos a seguir combatiendo la delincuencia, pero no vamos a caer en la trampa de declarar la guerra, lo que nos llevó a esta situación de inseguridad y de violencia". De hecho, tras la semana más violenta de su mandato, López Obrador cerró con una aprobación superior a semanas previas.
El gran problema con la delincuencia organizada es la complicidad directa o indirecta del Estado mexicano. Indirecta cuando no le hace frente, cuando no trata los vacíos que dejan las bajas de líderes; directa cuando se presta para actos de soborno, corrupción, o simplemente se quedan en inferioridad de condiciones económicas y de armas. En ocasiones los carteles hacen de Estado, pues tienen el control de territorios completos. La pregunta es ¿quién manda aquí?
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