¿Qué términos deben tenerse en cuenta para hablar de Fake News?
- SC Periodista
- 20 sept 2019
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Actualizado: 20 oct 2019
En una materia de investigación llevada a cabo en la universidad Externado (facultad de comuhnicación social - periodismo), se intentó clasificar y establecer ¿Qué es lo que entienden los colombianos por Fake News"?, un concepto que se popularizó hace un par de años, y que aún en la actualidad determina decisiones políticas, económicas, e incluso culturales.
*Aquí adhiero la propuesta de clasificación que presenté en clase, basándome en unas lecturas, con la que intenté seleccionar los términos que eran de mayor precisión, para trabajar dentro de la investigación.
Probablemente las Fake News hayan existido desde mucho antes incluso de lo creído. Existen referentes como la primera aparición del concepto “Campaña propagandística”, registrado en el año 44 antes de Cristo, y retratada en A short guide to the history of ’fake news’ and disinformation, de Posetti, J. & Matthews, A. En su línea del tiempo, denominada ‘Information Disorder’, mencionan: “Mark Antony smear campaign. Octavian’s propaganda campaign against Antony deployed Twitter-worthy slogans etched onto coins to smear Antony’s reputation”, como primer hito relacionado con el concepto ahora coyuntural de las Fakes News; también se indica en “A short guide to the history of Fake News”, bastante tiempo después, con otro enfoque e incluso otra intención, en el programa War of the Worlds radio drama, donde señalan:
Many unwritting listeners into believing that Earth was being attacked, foreshadowing 21st-century responses to news satire. “No one involved with War of the Worlds expected to deceive any listeners, because they all found the story too silly and improbable to ever be taken seriously.
Ahí, con el referente de la “Nueva Sátira”, se planteaba una distinción binomial entre el contenido que responde a la intención del entretenimiento, y el que no. Al convertirse en Fake News, las del primer ejemplo cumplen con tener la intención de actuar de manera directa, mientras que las segundas, al convertirse en tal, se acercan más a la ingenuidad e inocencia de los que crean o creen estas noticias, pues son pertenecientes a otro contexto; es decir, cuentan con otra intención.
Hace un lustro, el concepto de Fake News era prácticamente inexistente dentro de la esfera pública. El gran cañón de luz que hizo de este concepto, al igual que el de Post-Verdad, un hito a nivel mundial fue la campaña electoral del 2016, en Estados Unidos, para elegir al presidente de la nación, entre los candidatos Hilary Clinton, y el ahora presidente, Donald Trump.
En el texto Inuence of fake news in Twitter during the 2016 US presidential election, Bovelt, A., & Makse A. H., mencionan a Shao, C., Ciampaglia, G. L., Varol, O., Flammini, A. & Menczer, F. (2017), refiriéndose a la saturación de estos contenidos; plantean:
“During the 2016 US presidential election on Twitter, bots were responsible for the early promotion of misinformation and that they targeted inuential users through replies and mentions. These results have raised the question of whether such misinformation campaigns could alter public opinion and endanger the integrity of the presidential election”.
Existe un debate respecto al efecto verdadero de esta modalidad de estrategia política. ¿Fue realmente crucial o importante para determinar el rumbo de las elecciones? (En sí, esta es la incógnita que intentan resolver en el texto). No es necesario entrar a tomar postura en esta discusión; lo que sí es meritorio mencionar, es que debido a una saturación de Fake News fue cómo, precisamente, este término empezó a tener eco, para finalmente establecerse como una de las palabras más controversiales en la actualidad.
Para que algo exista es porque es mencionado; o, en otras palabras, es algo de lo que se habla. Principalmente por esto se puede justificar que antes de este Boom, el concepto como tal no había tenido trascendencia. ¿Cuál fue el aspecto social que lo hizo salir a la luz pública? La política.
Es justamente esta la razón por la que considero que dentro del desarrollo de la práctica investigativa debe existir una clasificación de las Fake News, que acuda puntualmente a los contenidos problemáticos, cómo indican Robyn Caplan, Lauren Hanson, & Joan Donovan, en el texto Dead Reckoning Navigating Content Moderation After Fake News:
On the one hand, it has been appropriated by political actors to extend critiques of “mainstream media” that long predate the current moment. On the other, “fake news” has been taken up by a wide range of policymakers, journalists, and scholars to refer to problematic content, such as propaganda and other information warfare campaigns, spreading over social media platforms and search.
Al hablar de derivaciones de este concepto, relacionadas con el entretenimiento y la burla (sátira, parodia, trolls), se alejan del contexto en el que se va a desarrollar la investigación. Lo ideal sería mencionar puntualmente estos “contenidos problemáticos” que de manera decidida tienen un fin (controversial; en la mayoría de las ocasiones, político y/o de engaño) al ser difundidos. No obstante, es meritorio acompañar estos contenidos con los referentes al mal periodismo (error humano, rumores, clickbaits); pues, independientemente de que sus intereses no sean “problemáticos”, al ser publicados en el escenario mediático, empiezan a ser consumidos y así mismo, asumidos por una parte de la audiencia, que seguramente no tendrá acceso, por diferentes motivos, a la posible rectificación de tal noticia.
Antes de entrar a mencionar los conceptos claves según este enfoque, es necesario hablar del escenario mediático en el que se desarrollan. En realidad, uno de los grandes determinantes del gran crecimiento (viralización) que tuvo el término Fake News, viene muy de la mano con los medios en donde más se difunden, los medios digitales. Al estar al alcance de las personas (tranquilamente, el celular es ya considerado como una extensión del cuerpo), y al ser recurrido tan frecuente, termina estableciéndose como el medio por excelencia para la difusión masiva de la información.
Los creadores de estas vieron en el medio digital una mayor oportunidad, por encima de cualquier otro medio. De hecho, en el artículo Read All About It: The Politicization of “Fake News” on Twitter, Brummette, J., DiStaso, M., Vafeiadis, M. & Messner M., intentan explicar la relación Medios digitales – comportamiento humano:
Using a social network analysis (SNA) approach, this study examines how the combination of the advanced capabilities of social media and innate human behavior (i.e., homophily) create echo chambers around political discussions of “fake news” that allow for the propagation of fake news to run unchecked.
El auge de la tecnología fue fundamental, entre otras cosas, durante el duelo por la presidencia americana en el 2016; Donald Trump sabía que en sus manos -literalmente- tenía una herramienta poderosa: Las redes sociales. Poderosa debido tanto a su alcance, como a su eficacia; eso, sin mencionar el espacio temporal, que queda totalmente a un lado. Además de ser una herramienta que puede llegar a mucha gente, que así mismo cumple con el fin específico, y que está pensada para romper barreras de tiempo y espacio, tiene un carácter diferenciador completamente nuevo, respecto a las otras posibilidades mediáticas (más tradicionales).
El formato: pensado para ser breve, pero conciso, y que, si bien puede redireccionar a una información “profunda” de lo que se diga, estadísticamente, no es leída o se encuentra en portales de dudosa procedencia. Además, tiene otra característica importante, y es que cualquiera puede utilizar este tipo de redes para determinado fin, no importa incluso si se trata de una cuenta falsa.
Este formato refleja cómo es la sociedad. Irónicamente, entre más acceso al conocimiento se tiene, menos profundas son las investigaciones. Se pretende saber muchas cosas, pero solo por encima, de manera superficial. El estilo de vida es contrarreloj: “de afán”; se cree que el estar informado es de carácter cuantitativo y no cuantitativo, y con eso se deja espacio a muchos vacíos. Esto implica que prácticamente, se ve una sola versión de x contenido; el problema es cuando ésta es considerada como la única versión. Y peor si tal contenido es una Fake News, que aprovechó uno de los vacíos que deja la forma de informarse mediante los medios digitales.
Esto induce a plantear, dentro de la clasificación, a los medios digitales, como el canal de mayor importancia dentro de la investigación, relegando a medios tradicionales, físicos, a un segundo papel. Pues, a modo de resumen, de no ser por el mundo digital, las Fake News probablemente seguirían sin ser importantes (conocidas). Además, el contexto digital ha generado cambios o patrones en los comportamientos de las personas, que se reflejan y agrupan en el estilo de vida que llevan.
Volviendo al tema clasificatorio central, derivaciones del término Fake News como Estrategia Política, Propaganda, Publirreportajes, y Terrorismo, que podrían tener tanto una intención “maliciosa”, o una finalidad “positiva”, al partir de una premisa base, la del engaño, terminan siendo agrupadas bajo la misma concepción y clasificación. Pues tanto la Estrategia Política, como la Propaganda, como el Publirreportaje, y el Terrorismo, terminan por vender mentiras como verdades, para satisfacer un interés en específico (Ireton, C., Posetti, J., 2018).
Así como se mencionó anteriormente, el tema del mal periodismo cabe dentro de los parámetros, pues si bien tienen como primera intención informar, al hacer un mal uso de las herramientas, terminan engañando a las audiencias. Sin importar que realmente ese no haya sido el fin que estas publicaciones hayan tenido, al ser recibidas por la audiencia, y posteriormente creídas por esta, vale la pena que se consideren como Fake News, pues cumplen con la finalidad de estas: Engañar; pasar mentiras por verdades. Podría dejar de ser este concepto considerado un punto del problema con el surgimiento de una herramienta profesional de verificación automática de contenidos (Gabriel, M., 2018, p28).
Caso contrario con el tema de entretenimiento que se da es por una incomunicación: concepto propio de Adorno en el que critica a las industrias culturales, donde según recoge Maya, Franco, C., M., (2009) se manifiesta que “Así se conjugan las lógicas desde las cuales se administra, no ya la información sino una desinformación que a diario justifica la barbarie (…) Se trata de la desinformación, y aún más, de la incomunicación, en la era de las comunicaciones); es decir, un error comunicativo, donde la audiencia se encuentra lejana a un contexto que le permita asimilar que la finalidad de estos actores es burlarse de ciertas situaciones, para entretener y divertir. Quienes crean el contenido se caracterizan precisamente por eso, por vender entretenimiento, así sus contenidos -intencionalmente- quieran llegar a parecer lo más cercano a la realidad. Ellos saben que sus contenidos no son de carácter informativo, sino de entretenimiento (Zannettou, S., Michael, Sirivianos, M., Blackburn, J. & Kourtellis, N., 2018).
Para concluir, quedan dos aspectos claves que merecen ser mencionados. En primer lugar, en esta propuesta de clasificación, se le va a dar importancia plena a los conceptos propios de un contexto político, o que sin importar su intención previa, terminen afectando este entorno como tal. Tanto el contenido malicioso como el mal periodismo pertenecen al conjunto referente de las Fake News, pues son las que terminan logrando un efecto en las audiencias, nuestro principal objeto de estudio. Además de ser las que están verdaderamente hechas para el engaño, o las que por una carencia periodística, terminan logrando el mismo punto: pasar mentiras por verdades. Segundo, cabe mencionar que el hecho de que prácticamente toda la bibliografía sugerida haya sido escrita durante los últimos cinco años, significa que es un término muy prematuro aún; no existe una línea o estructura confiable que dé estabilidad a la hora de hablar del tema. Como ultimo comentario, la sensación que queda tras esta breve investigación es que tal vez la más grande consecuencia de la ausencia del valor ético dentro del campo mediático digital, es la imposición de las Fake News como un contenido que se ha vuelto parte del día a día.
Finalmente, he de definir el glosario con los términos clasificados:
-Fake News: Noticias o Informaciones manipuladas intencionalmente para obtener o satisfacer un fin.
-Propaganda política: Difusión o divulgación de información, ideas u opiniones de carácter político, con la intención de que alguien actúe de una determinada manera o piense según unas ideas.
-Publirreportaje: Pieza publicitaria que representa el mensaje del anunciante desde un punto de vista editorial, en el que se pretende dar la apariencia de primar la noticia por encima de otro interés, comercial, corporativo o político.
-Portal del Terrorismo: Forma de propagación de la violenta lucha política que persigue la destrucción del orden establecido, para crear un clima de terror e inseguridad, y así intimidad a los adversarios o a la población en general.
-Mal Periodismo: Carencia de aptitudes y actitudes propias de la profesión que recoge, elabora y difunde información actual o de interés, para transmitirla a un público, a través de un medio difusor (El error humano, la no verificación de datos y la sobreposición del morbo por encima de la información son considerados como tal).
-Clickbaits: Noticia donde prima el morbo por encima de la información noticiosa.
-Rumores: Contenidos publicados oficialmente en los que se emiten situaciones que aún no se han confirmado directamente.
Bibliografía
Bovet, A., & Makse, H. A. (2019). Influence of fake news in Twitter during the 2016 US presidential election. Nature Communications, 10(1), 1–23. https://doi.org/10.1038/s41467-018-07761-2
Bradshaw, S., & Howard, P. N. (2018). Challenging Truth and Trust: A Global Inventory of Organized Social Media Manipulation, 26pp. Retrieved from http://comprop.oii.ox.ac.uk/wp-content/uploads/sites/93/2018/07/ct2018.pdf
Brummette, J., DiStaso, M., Vafeiadis, M., & Messner, M. (2018). Read All About It: The Politicization of “Fake News” on Twitter. Journalism and Mass Communication Quarterly, 95(2), 497–517. https://doi.org/10.1177/1077699018769906
Caplan, R., Hanson, L., & Donovan, J. (2018). Moderation After “ Fake News ”.
Gabriel, M. (2018). A multi-dimensional approach to disinformation. Gastroenterología y Hepatología Continuada. https://doi.org/10.2759/0156
Maya Franco, C. M. (2017). ADORNO Y LA INDUSTRIA CULTURAL: De la Escuela de Frankfurt al Internet. Revista Nexus Comunicación, (7), 27–36. https://doi.org/10.25100/nc.v0i7.865
Posetti, J., Matthews, A. (2018). A short guide to the history of “fake news” and disinformation A LEARNING MODULE FOR JOURNALISTS AND JOURNALISM EDUCATORS. ICFJ International Center for Journalists, (12), 412–424. https://doi.org/10.1016/j.ahj.2011.06.007.Medication
UNESCO. (2018). Journalism, “Fake News” & Handbook for Journalism Education and Training.
Zannettou, S., Sirivianos, M., Blackburn, J., & Kourtellis, N. (2018). The Web of False Information: Rumors, Fake News, Hoaxes, Clickbait, and Various Other Shenanigans, 1–26. Retrieved from http://arxiv.org/abs/1804.03461
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